POBREZA

La pobreza nos libera de muchas ataduras que nos impiden la vida de unión con el Señor, y si nos adentramos en la pobreza espiritual, nos libera también del afán de honras y nos pone en el camino de "no ser", característico de nuestro espíritu que tanto nos ayuda a desprendernos de nosotros mismos y establecernos en Dios.