EL TEMPLO DE JERUSALÉN (VI)



A diferencia de toda esta situación, para los cristianos, la adoración de Dios no está ya limitada ni centrada en un punto geográfico determinado. El Cuerpo de Cristo resucitado, en efecto, es el centro del culto en espíritu y en verdad, es el Templo de donde mana la fuente de Agua Viva, y la Eucaristía, es un sacrificio que sustituye a los sacrificios figurativos del Antiguo Testamento. Es el sacrificio profetizado por Malaquías, "Desde sale el Sol hasta el poniente, grande es Mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura", dice Yahvé Seboat.

Como prescribe el Libro de los Números, capítulo 19, la ternera que se ofrenda para la purificación, tenía que ser roja y sin mancha ni mancilla, y nunca debe haber sentido el yugo. Lo que era más importante, la parte crítica de la operación, debía ser ejecutada para evitar la contaminación, por Eleazar, el heredero visible de Aarón. Cuando ésta había elaborado la mezcla, se la guardaba en un lugar limpio para el momento en que fuese necesaria.

Las autoridades insistían, en que las terneras debían ser raras y costosas, y que si sólo dos pelos del animal no eran rojos, las cenizas carecían de valor. Después de la destrucción del Templo, fue imposible preparar nuevas cenizas. Quedó una provisión, y al parecer se la utilizó para purificar a quienes habían estado en contacto con los muertos todavía en el periodo anterior. Después se agotó, y la purificación ya no fue posible, hasta que llegara el Mesías para quemar la décimotercera y preparar una nueva mezcla. Como las normas de pureza, sobre todo en relación a los muertos, era y son tan rigurosas, la opinión rabínica coincide en que todos los judíos son ahora ritualmente impuros, y como no existen cenizas para purificarlos, ningún judío puede entrar en el monte del Templo.

Non Nobis

Orden del Temple+++