A LA MEMORIA DE SOFÍA




 


Autor: Hno. J.T.+


Hace varios años se alojó en la casa en que vivíamos, una prima que dedicó toda su vida al servicio de Dios, como Religiosa de una orden.  Desde muy niña, hablaba con sus profesores en el colegio y les decía que ella quería ser Monja y dedicarse únicamente a servir a Dios, por lo que tan pronto terminó el colegio, ingresó a un Convento.

Después de haber dedicado su vida a servir a Dios, aproximadamente a los 50 años, a Sofía se le detectó cáncer, por lo cual posteriormente fue internada en un  Hospital de la localidad, donde, a pesar de su enfermedad, seguía predicando el Evangelio.

En las noches, después del horario de visitas, se reunía con varios pacientes en su habitación o en otras, para leer la Biblia y orar por la salud y recuperación de cada una de ellas.

Me contó que un día una de las pacientes que tenía que ser operada antes que ella, quien siempre asistía a las charlas y meditaciones, en la noche anterior a su operación, después de orar, se fue a su habitación y pidió con tanta fé a Dios, que sea sanada, que en la oscuridad de la noche vio que por la ventana entró como especie de luz que se dirigió hacia la zona enferma de su cuerpo.

Al día siguiente, cuando fue llevada a la sala de operaciones le dijo al médico que se sentía bien y que no quería ser operada.  Este la examinó, practicándole nuevos exámenes, dándose con la sorpresa que se encontraba completamente sana.

Al poco tiempo mi prima falleció del cáncer que tenía, pero antes que esto suceda me pidió que compartiera este testimonio con todas las personas de mi entorno para acrecentar la fé, y ahora lo hago con todos mis hermanos de la Orden del Temple.


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