EVANGELIO DÍA 9 DE ENERO



En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al río Jordán, a donde estaba Juan para que éste le bautizase. Al principio, Juan se resistió diciéndole: “Yo tendría que ser bautizado por ti ¿y tú vienes a mi?”. Jesús le contestó: “Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que es justo delante de Dios”. Entonces Juan consintió. Jesús, una vez bautizado, salió del agua. En esto, el cielo se abrió y Jesús vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre Él como una paloma. Y se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, a quien he elegido”.

(Mateo 3, 13-17)



MEDITACIÓN



Jesús se deja bautizar y Juan sabe que no es necesario. Solemos creer que ya hemos llegado a un grado de sabiduría en la vida y de tener el Conocimiento de Dios, que no hace falta esforzarnos más y nos exime del trabajo, el esfuerzo, la perseverancia y constancia que son precisas para seguir avanzando hacia lo sagrado. Jesús no tiene esa actitud, a pesar de que sabe que Su Padre puede darle todo a través de las cosas sencillas. Tampoco despreciemos nosotros esa oportunidad de encontrarnos con Dios, por pequeña e insignificante que parezca a los ojos profanos.



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