EVANGELIO DÍA 2 DE AGOSTO



Cuando Jesús recibió aquella noticia, se fue de allí Él solo, en una barca, a un lugar apartado. Pero la gente, al saberlo, salió de los pueblos para seguirle por tierra. Al bajar Jesús de la barca, viendo la multitud, sintió compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Como se hacía de noche, los discípulos se acercaron a Él y le dijeron: “Ya es tarde y éste es un lugar solitario. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y se compren comida”. Jesús les contestó: “No es necesario que vayan. Dadles vosotros e comer”. Respondieron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces”. Jesús les dijo: “Traédmelos”. Mandó entonces a la multitud que se recostara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces y mirando al cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos y todavía llenaron doce canastos con los trozos sobrantes. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.



(Mateo 14, 13-21)







MEDITACIÓN







Cuando damos lo que somos y lo que tenemos, nuestra vida es una vida plena y cumple la misión que Dios nos ha encomendado. Al contrario, nuestra vida se queda a medias cuando no nos damos por completo.



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