EVANGELIO DÍA 16 DE ABRIL



Entonces los fariseos y los jefes de los sacerdotes, reunidos con la Junta Suprema, dijeron: “¿Qué haremos?. Este hombre está haciendo muchas señales. Si le dejamos seguir, todos van a creer en Él y las autoridades romanas vendrán y destruirán  nuestro templo y nuestra nación”. Pero uno de ellos, llamado Caifás, Sumo Sacerdote aquel año, les dijo: “Vosotros no sabéis nada. No os dais cuenta de qu es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que toda la nación sea destruida”. Pero Caifás no habló así por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, dijo proféticamente que Jesús había de morir por la nación, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que se hallaban dispersos. Desde aquel día, las autoridades judías tomaron la decisión de matar a Jesús. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se marchó de la región de Judea a un lugar cercano al desierto, a un pueblo llamado Efraín. Faltaba poco para la fiesta de la Pascua y mucha gene de los pueblos se dirigía a Jerusalén. Andaban buscando a Jesús y se preguntaban unos a otros en el templo: “¿Qué os parece?, ¿vendrá a la fiesta o no?”.
(Juan 11, 45-57)

MEDITACIÓN

Todo cuanto hacemos tiene consecuencias. El efecto de lo que hace Jesús es incontrolable. Él despierta en el corazón humano los sentimientos más escondidos para el amor o para el mal. Algunos entran en una espiral de odio y envidia que llega hasta la muerte, otros se dejan llenar por el amor de Jesús para ser transformados. Nos toca a nosotros elegir, como queremos reaccionar y aceptar lo que nosotros despertamos. Pedid al Señor la gracia de aceptar el amor, cualquiera que sea el camino en que se manifieste.

© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.011