LA AFLICCIÓN



Autora: Soror S.G.+

En la Aflicción, Abandónate a la Sangre y a la Luz.

A lo largo de nuestra vida, muchas son las penas y tristezas que sufrimos en el camino, muchos los errores cometidos, muchos los obstáculos que se nos presentan, muchas las batallas inesperadas en las que nos vemos sumergidos, en el sendero, durante nuestra travesía, polvo del Mundo, pueden adquirir nuestras vestiduras, e incluso durante las batallas que libramos, podemos sufrir graves heridas.

Por que nadie es Santo, sólo Dios es Santo.

Es cierto, hermanas y hermanos, Amazonas y Caballeros Templarios, que podemos estar completamente seguros, que además de la Fuerza, que el Altísimo nos da para superarlos, en estos momentos de aflicción y desasosiego, en los que, a veces el consuelo humano no basta, Yahvé es nuestro Eterno Consolador, DEBEMOS CONFIAR PLENAMENTE EN EL Y EN SUS DESIGNIOS, ABANDONARNOS A SU ESPIRITU, y Él derramará sus aceites perfumados sobre nuestras heridas sanándolas y limpiará nuestras vestiduras en la sangre del Cordero, para que continuemos nuestro sendero, más acrisolados, más purificados, porque nadie esta libre de batallas.

NO DEBEMOS DUDAR ni un solo instante, AUNQUE la batalla se torne más ardua de lo esperado, o se prolongue mas de lo deseado, Él es el leal. Él nunca abandona a sus hijos.

Debemos saber esperar pacientemente y alegres, la solución, pues esta llegará manifestándose de una u otra forma.

Así como nosotros, humanos, cuidamos y velamos, protegiendo a nuestros hijos, así el Único, como un padre amoroso, cuida de los suyos, en Isaías 49.14 se recoge cuando el Señor le dice a Sión, ¿ puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría, y no tener compasión del hijo de sus entrañas?. Pues aunque ella lo olvidará, Yo no me olvidaría de ti. E Isaías 40.28 dice: El Señor es un Dios Eterno, Creador de los confines de la Tierra. No se cansa, no se fatiga, Su Inteligencia es insondable. Él reanima al cansado y reconforta al débil. Los que esperan al Señor, renuevan sus fuerzas, remontan el vuelo como águilas, corren sin fatigarse y caminan sin cansarse.

Por ello, debemos Abandonarnos en los brazos de Dios.

(continuará)

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