EVANGELIO DÍA 8 DE MARZO



Dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banquetebaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro, estaba echado en su portal cubierto de llagas, y con ganas de saciarse con lo que tiraban de la mesa del rico, y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Se murió tanbién el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantándo los ojos vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abraham, ten piedad de mi y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas". Pero Abraham le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez, males, por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces". El rico insistió: "Te ruego entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mis padres, porque tengo cinco hermanos, para que con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento". Abraham le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen". El rico contestó: "No, padre Abraham. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán". Abraham le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto".
(Lucas 16, 19-25. 27-31)

MEDITACIÓN

Tú nos das los bienes para administrarlos en beneficio de los demás, no para apropiárnoslos. Yo no quiero usarlos para crear mi propio paraiso egoísta, despreciando a quienes malviven en este valle de lágrimas y esperan una mano amiga a la generosidad. Manos que nos daís, ¿que esperáis?.

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