Hermanos y Hermanas nuestros:
Hace aproximadamente 2.015 años, ocurrió un acontecimiento extraordinario, el más relevante de toda la historia de la humanidad: Dios se hizo hombre. Quizás no te has dado cuenta del profundo significado de ello, pero puedes hacerlo ahora mismo, porque vale la pena tomar consciencia de él, pues está llamado a transformar tu propia vida.
A pesar de que durante siglos y siglos, las religiones se han obstinado en restringir su importancia al plano religioso, se trata incuestionablemente de un acontecimiento cósmico, puesto que Dios es el creador del Universo y la más mínima de todas sus intervenciones repercute en todas las capas y planos del Universo, que es Cuerpo. Por ello, con mayor razón, un hecho tan trascendente tiene que afectar a toda la Creación y sin embargo, ni el mundo, ni las religiones, ni las ciencias humanas, ni los poderes que controlan las sociedades modernas y pretenden dirigirlas hacia el futuro, han captado todavía el alcance de este acontecimiento. Pero, ¿qué futuro es éste, que no tiene en cuenta el Plan Universal de Dios?. Reflexionad hermanos, y constataréis en vosotros mismos que el mundo da la espalda a la Voluntad Divina.
La encarnación del Verbo-Dios es un acontecimiento cósmico en el tiempo, que empezó hace ya varios años más de 2.000; continúa todavía y está a punto de entrar en su segunda fase, con el Retorno del Cristo y la Instauración del Reino de Dios en la Tierra; y culminará con una tercera fase, con la bajada de la Jerusalén celeste y la Nueva Creación. ¿Qué son algo más de 2.000 años en el tiempo universal?. Las
Escrituras nos dicen que 1.000 años, para Dios, son como un día para nosotros y por consiguiente, 2.015 años no son más de dos días.
La encarnación del Verbo forma parte del PLAN UNIVERSAL, y no depende de la evolución de los hombres tal como lo han pretendido las religiones, porque el Verbo es el Dios Creador del Universo, y Su encarnación prevista desde siempre, ha sido determinada por la Ley de los Ciclos Cósmicos. Por eso, empezó en la última parte de la Gran Era Adámica, que es el ciclo actual de la humanidad de 64.800 años, compuestos de 30 Eras Zodiacales de 2.160 años, unidad cíclica definida por la precesión de los equinoccios. El Verbo, encarnó en el principio de la Era de Piscis, último signo del Zodiaco.
El Verbo se encarna en María, que le manifiesta en Jesús el Cristo, y el Cristo lo hace a Su vez en sus discípulos: Surge así una nueva humanidad. Como el Hijo del Hombre, como ser humano, el Cristo Verbo estuvo presente físicamente en este mundo durante solo 40 años ante de ascender al Centro de la Unidad, a Su Padre, pero prometiendo formalmente volver al final de la Era, para instaurar el Reino de Dios cuya inminencia anunció tan reiteradamente.
El fin de la Era, el fin del Ciclo Cósmico anuncia Su Retorno y la Implantación del Reino; que como hemos dicho, es la segunda fase del Plan Universal del Padre, que afecta no solo a nuestra humanidad, sino también a nuestra Madre-Tierra e indudablemente a nuestra galaxia y al cosmos entero, porque este acontecimiento del Verbo, tiene lógicamente también una trascendencia universal, pues la segunda venida es la lógica consecuencia de la primera.
Para la Nueva Humanidad y especialmente para nosotros, los discípulos y soldados de la Militia Dei, la Orden del Temple, esta segunda fase implica una transmutación, una transformación maravillosa, si previamente hemos conseguido las condiciones necesarias para ella. Pues si llegamos a participar en la “Primera Resurrección” no tendremos entonces que temer a la “segunda muerte”. Seremos sacerdotes y sacerdotisas de Dios Padre y del Cristo, y reinaremos con Él durante mil años. (Apocalipsis XX).
Piénsalo bien, hermano o hermana nuestra, pues el tiempo está cercano. Escucha la Voz del Señor que dice: “Vengo pronto”. Contesta con nosotros: “¡Ven Señor, te esperamos!”.
Con nuestras bendiciones.
Orden del Temple
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