¿DONDE ESTÁ EL GRIAL? (IX)




El Grial en la Argentina (II)

Un importante grupo de investigadores argentinos, aseguran que este misterioso territorio, dónde según el texto anónimo arribó Perlesvaus con el Grial, se encuentra cerca del golfo de San Matías en la Patagonia, en un cerro denominado Fuerte Argentino. Esta formación es curiosa, debido a su semejanza con una antigua fortaleza. Lo que sostienen estos investigadores, es que a ese lugar habría llegado el Grial hace mil años, traído por caballeros Templarios, pero no aseguran que el Santo Grial se encuentre actualmente en el Fuerte.

Luego de ocho expediciones y años de investigación, el grupo de investigadores concluyó con estos informes: “En tiempos precolombinos, después del primer milenio de la era cristiana, habrían existido varios lugares en la Patagonia habitados por una suerte de Orden Templaria o prototemplaria, constituida por blancos de etnia indoeuropea- Estas ciudades fortificadas habrían sido por lo menos tres: Un fuerte-puerto sobre el Pacífico y otro sobre el Atlántico, y una tercera ciudad en los antefuertes de los Andes, en la Patagonia Central. El último, habría sido denominada Ciudad de los Césares, aunque en los relatos de los indígenas los tres asentamientos muchas veces se confunden.

Los integrantes de esa Orden, en algún momento, decidieron trasladar el Santo Grial desde Gran Bretaña a la Argentina para protegerlo. Las tres ciudades mencionadas habían sido abandonadas voluntariamente sin dejar huellas ante la llegada de los españoles. Los motivos del éxodo y el destino de los habitantes y las reliquias, son objeto de muchas suposiciones. ¿En que basa este grupo de investigadores la identificación del relato de Perlesvaus con las costas patagónicas y el Fuerte?.
  
Lo primero que les llama la atención es lo siguiente: “El piloto de la nave no reconoce las estrellas, siendo que en esa época, los navegantes se guiaban justamente por ellas para reconocer la latitud de su posición. En el hemisferio Norte eso era sencillo, pues solo bastaba con tomar la altura sobre el horizonte de la estrella Polar, que se encuentra en la constelación de la Osa Menor. Por lo tanto, si no conoció las estrellas es porque en su navegación habían cambiado de hemisferio, y la diferencia de latitud debió ser lo suficientemente grande, para que o reconociera el nuevo cielo estrellado.

Si salió de la costa de Gales, latitud 53 Norte, debió descender más de 90º hacia el Sur. Hagamos notar que a este propósito que el firmamento del hemisferio Sur es mucho más rico en estrellas que el hemisferio Norte. Esto lo relata en sus crónicas de la expedición de Magallanes, Francisco Pigafetta, cuando destaca que al avanzar por las costas de América hacia el Sur, cada noche quedaban anonadados al ver levantarse del horizonte las nuevas constelaciones, y a este respecto mencionaremos que esas nuevas estrellas, aún las de primera magnitud, no tienen nombre propio, como por ejemplo Alfa de Centauro, Beta del Centauro, Alfa de la Cruz, etc., siendo Canopus (alfa de Argos), la última estrella hacia el Sur que tiene nombre propio.


(continuará)

                                                                                  
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