EVANGELIO DÍA 26 DE MARZO



A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David: La virgen se llamaba María. El ángel, entranso en su presencia, dijo: "Alégrate, lena de gracia, el Señor está contigo". Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó que saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, y se lamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, Su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y Su reino no tendrá fin". Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco varón?". El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con Su sombra, por eso, el santo que va a nacer, se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido a un hijo y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque par Dios nada hay imposible". María contestó:
" Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra". Y la dejó el ángel.
(Lucas 1, 26-38)

MEDITACIÓN

Verbo Encarnado, te venero como verdadero Dios y verdadero hombre, que te has bajado a la suma humillación para elevarse a la categóría de Hijo de Dios, y hago mío el "hágase" de María, que te abrió su vida para que asumieras nuestra naturaleza. En la Madre, encuentro el camino recto y seguro para ir a Dios.

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