Autora: Hna. A.M.T.+
En la densidad de la selva dos jóvenes policías luchaban por sobrevivir entre la inhóspita geografía así como de las guerrillas que los buscaban para darles fin. Uno ya herido y moribundo pidió a su compañero que lo dejara y se salvase, luego de 17 días solo uno regreso a casa.
En la ciudad dos madres acongojadas, con el corazón destrozado, oscuridad sobre oscuridad, tristeza sobre tristeza, angustia sobre angustia. ¿Cómo pudo suceder esto? ¿Cómo pudo Dios permitir esto?, y no sólo son ellos son padres, hermanos, amigos y todo un país al tanto de esta situación y de este dolor.
Incapaces de comprender esta tragedia nos aferramos y encontramos consuelo en la palabra de Dios, quien no nos dice el día en que vamos a morir, tampoco nos dice el día de regreso de Cristo, sin embargo nos invita vivir Bien y estar preparados para ambos acontecimientos . Pedro escribió: “ Más el fin de todas las cosas se acerca, sed prudentes y de espíritu sobrio para la oración, sed fervientes en vuestro Amor los unos por los otros, sed hospitalarios los unos para con los otros sin murmuraciones. Según cada uno ha recibido un Don especial, úselo sirviendo los unos a los otros como buen administrador.
Cuando alguien a quien amamos muere luchamos con una amplia gama de emociones, si muere una persona joven preguntamos: ¿Por qué? , cuando la muerte llega después de un largo sufrimiento luchamos para entender porque el Señor espero tanto para traer el alivio. La muerte de nuestros seres queridos podría robarnos nuestra confianza en Dios, llevándose con ella nuestra razón de vivir. Pero el plan insondable de Dios para el Universo continúa.
La muerte es un visitante temible que nos roba personas muy queridas y nos deja con luto, aflicción y preguntas .
No permitamos que la tragedia nos robe la confianza en Dios.
SEÑOR: “enséñanos a contar de tal modo nuestros días que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12).
NND.
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