EVANGELIO DÍA 5 DE ABRIL



Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el hijo de Simón, que lo entregara y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?". Jesús le replicó: "Lo que Yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo". Simón Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: Uno que se ha bañado, no necesita lavarse más que los pies, porque todo el está limpio". Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y dijo: "¿Comprendéis lo que Yo he hecho con vosotros?. Vosotros me llamais Maestro y el Señor y decís bien, porque lo soy. Pues si Yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros, os he dado ejemplo, para que lo que Yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis".
(Juan 13, 1-15)


MEDITACIÓN

Jesús, Gracias por tu amor hasta el extremo y por el Mandamiento del amor fraterno, y por el Sacramento de la Eucaristía en que te haces presente ante nosotros.



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