¿DONDE ESTÁ EL GRIAL? (VIII)

El Grial en la Argentina

Un grupo de investigadores ha recogido suficiente evidencia, como para postular la presencia del Grial en Sudamérica, más concretamente en las costas de la Patagonia argentina. El punto inicial de la hipótesis, es el capítulo once de Perlesvaus, que relata un curioso viaje, aparentemente transoceánico del protagonista.

Perlesvaus lucha cerca de Rochdale en la costa de Gales, contra los tripulantes de una extraña nave y elimina a todos ellos salvo al piloto de la embarcación. Dueños del barco, se dirigen hacia mar abierto a gran velocidad, en una extensísima travesía de muchos días, en la que no se divisa tierra alguna. Por fin, arriban a un castillo en una tierra desconocida y extrañado, Perlesvaus pregunta al piloto dónde se hallan y éste contesta: “En verdad, no lo sé, señor, pues ha sido un viaje tan largo y hemos recorrido tanto que no reconozco este mar ni estas estrellas”.

Cuando amanece, el barco ya no está flotando en el agua, sino varado, totalmente en seco, por haberse retirado la marea de forma asombrosa. Perlesvaus extrañado, aprovecha para bajar a tierra con su caballo. A la entrada del castillo ve una fuente de agua muy clara y bella y reciben a Perlesvaus los moradores de la fortaleza que aseguran conocerlo y saber toda la historia del Grial, de José de Arimatea y sus descendientes. En un momento, “aparecieron treinta y tres hombres vestidos con túnicas blancas y todos llevaban una cruz roja en medio del pecho”.

Los dos visitantes fueron servidos con alimentos, “muy gloriosa y santamente”. Luego, los habitantes del castillo ordenan a Perlesvaus que retorne a Gran Bretaña para concluir sus compromisos pendientes, pero con la condición de “volver con todas las reliquias”. A este efecto lo irá a buscar una nave con la vela cruzada por una cruz roja en su centro. Le prometen a Perlesvaus que a su regreso, lo pondrán al frente de un reino muy rico situado más al oeste, dónde había buena comida, y le hablan también de otro reino, más rico aún que el primero, situado más al oeste que éste último.
                                        
A su partida, “oyó sonar las trompetas igual que a su llegada”. Perlesvaus volvió a Gran Bretaña donde permaneció muchos años. Al finalizar sus contiendas de caballero, se recluye en el castillo del Grial orando y custodiando las reliquias sagradas. Hasta que un día, el barco de las velas blancas con la cruz roja, aparece en el horizonte. Lo tripulan las mismas personas que lo recibieron en su primer viaje. El héroe, se alejará en el barco con las reliquias y ya no regresará.

(continuará)

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