LAS BIENAVENTURANZAS II






Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

La desgracia y la aflicción no son en sí buenas, y la voluntad de Dios, es que cada criatura sea feliz y tenga gozoso éxito.

Pero muchas veces, el dolor y el sufrimiento son muy útiles, porque muchos no se tomarían la molestia de buscar la Verdad, si la adversidad y el fracaso no les lleva a ello; por lo que el dolor es algo relativamente bueno, ya que el hombre tiene que comprender, que alcanzar la comprensión de la Verdad le liberará para siempre de las limitaciones de nuestro mundo tridimensional. Si se buscase a Dios desde el principio, las desgracias nunca vendrían, ya que siempre es posible aprender por medio del desarrollo espiritual o por dolorosas experiencias. Sólo cuando perdemos la salud y los recursos médicos han fallado, es cuando nos decimos a buscar la comprensión y la ayuda espiritual.

Si supiéramos de verdad nuestra naturaleza espiritual, nunca caeríamos enfermos. Igual sucede con la pobreza o pérdidas económicas y habiéndose perdido los más indispensables recursos es cuando nos volvemos a Dios como último refugio, y que las cosas materiales no son sino canales por los que se manifiesta la bondad de Dios. Pero hay que aprender esta lección antes de que un hombre pueda alcanzar experiencias más grandes que las que hoy tiene. Si se reconociera a Dios como la verdadera fuente de lo que se tiene y oraran para obtener mayor comprensión espiritual, jamás tendrían que lamentar estrechez económica de ninguna clase. Tampoco debemos acumular riquezas por egoísmo, sino reconocer que todo pertenece a Dios y nosotros sólo somos agentes de Su confianza.


(continuará)


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