EL ROSARIO TEMPLARIO (II)



También podemos aprovechar el ambiente de paz armoniosa, creado y protegido para reeducar nuestras “conciencias inquietas” y recargar nuestros acumuladores de energía, puestos a prueba con el estrés del día. Porque no debemos olvidar, que el Rosario pone a nuestra alma en resonancia directa con las esferas Mariales, fuentes de toda Vida y Amor:



Yo Soy la consoladora de las almas afligidas.......



Yo Soy la Luna blanca y azul, la Luna doble donde se condensa el Alma de la Tierra.



Mi Casa es Sabiduría, Temperancia, Equilibrio y Amor Universal.



En esta fase, participamos de una Alquimia Universal, que trasciende todo nuestro ser y nos da acceso a una fantástica amplificación del efecto mágico de nuestra oración. También hay que recordar, que las palabras tienen, finalmente, una importancia relativamente secundaria en este proceso. Así mismo, es inútil tratar de hallar la versión más próxima a las palabras originales del Arcángel Gabriel a María; la corrección conocida de la traducción “María, llena eres de gracia”, en lugar de “María, a quien le ha sido concedida una Gracia”, más cerca del texto griego conocido, pierde todo interés, tanto más cuanto que el uso de esta fórmula, errónea no
obstante permite a nuestras oraciones, después de milenios, tomar una vía desde hace mucho tiempo allanada y mantenida, “segura y transitable”, por todos los seres que obran con el Egregor Crístico.



Es fundamental admitir la necesidad del lugar en que estamos: Un mundo de caída, de unir a unas fuentes psíquicas y espirituales seguras y no susceptibles de modificaciones, o recuperaciones satánicas; y las protecciones que nos benefician, tienen su origen en un Egregor de una eficacia muy superior a todo lo que jamás pudiera crear una voluntad de agrupación de voluntades humanas. Todo ello, entendemos bien, es válido para todas las oraciones y en general, para todas las actividades con finalidades Iniciáticas, pero el ejemplo es especialmente evidente en el caso del Rosario.

(continuará)

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