EVANGELIO DÍA 6 DE JULIO



Mientras los ciegos salían, algunas personas trajeron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. Jesús expulsó al demonio y en seguida el mudo comenzó a hablar. La gente asombrada decía: “¡Nunca se ha visto cosa igual en Israel!”. Pero los fariseos decían: “El propio jefe de los demonios es quien ha dado a éste el poder de expulsarlos”. Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las Sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Viendo a la gente, sentía compasión, porque estaban angustiados y desvalidos como ovejas que no tienen pastor. Dijo entonces a sus discípulos: “Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso pedid al Dueño de la miés que mande obreros a recogerla”.

(Mateo 9, 32-38)



MEDITACIÓN



Cuando rechazamos a alguien, como hicieron los fariseos con Jesús, es muy fácil decidir que incluso lo bueno de esa persona es malo. Socialmente, el verdadero pecado para con los demás, consiste en el prejuicio de ver en ellos sólo lo que estamos dispuestos a ver.



© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.010