UN REGALO DE REYES.LA FRATERNIDAD TEMPLARIA




La Fraternidad. Que bella e inmensa palabra, que encierra tanto contenido a quien la descubre y profundiza en ella. Es una palabra que hoy día se oye con frecuencia, la vemos y escuchamos a menudo en noticiarios y televisiones, sobre todo, porque la confunden a veces con la solidaridad, cuando ocurre una catástrofe y las personas se conmueven. Unas participan generosamente, otras, cambian de canal porque se dicen a así mismas que nada se puede hacer y que cosas tan desagradables nos ponen a la hora de comer.

Pero la Fraternidad, es otra cosa. Y mucho, mucho más, la Fraternidad Templaria. Quien la vive o la ha vivido, es algo que nunca podrá olvidar, porque ella, crea entre los hermanos y hermanas unos vínculos espirituales y terrenales, que van unidos en el tiempo y en el espacio. Es tan intensa, que nada ni nadie la puede borrar ni mancillar.

¿Cómo entiende la Fraternidad un Templario, una Templaria?. Pues voy a intentar volcar en palabras, que siempre se quedan cortas, las sensaciones, emociones y sentires que ello encierra para uno de nosotros. No es concebible para un Templario, que  anide en su corazón nada que no sea amor para su hermano/a. Y ese amor, es incompatible con cualquier tipo de rencor, de envidia, de falta de tolerancia, de exigencias, de menosprecios. No se puede uno sentir por encima de otro hermano/a, por el hecho de ser más hábil, más inteligente, más docto, más culto, más rico, mejor visto socialmente, más capaz para según que cosas, más brillante en sus decires, y tantas cosas en fin, que le hace a a uno sentirse superior a otro.

Hemos de recordar la carta de Pablo en relación a la caridad: Ésta es paciente, es generosa, no se vanagloria, más cosas....., pero sobre todo, es humilde. Si no somos humildes, si no somos capaces de ver en el otro la cara del Cristo, si no somos capaces de perdonar...., no es que no seamos Templarios, es que ni siquiera podemos llamarnos cristianos. Porque la máxima del Cristo fue clara y contundente: “Amáos los unos a los otros como Yo os he amado, y así sabrán que sois  mis discípulos”.

El Templario, la Templaria, trabaja para los planes del Cristo, sin olvidar nunca el Non Nobis, porque en el momento de transgredir esta norma, ya tuvo su paga del mundo, pero no laboró para el Señor, sino para su propia gloria, no la de Dios.
  
Hermanos y hermanas nuestros que estáis dispersos por el planeta, que nos seguís, y que aunque es probable que nunca lleguéis a estar o ser de la Orden del Temple, porque es otro vuestro camino en este momento, si sentís que este modesto escrito tiene eco en vuestro interior; si os identificáis con esos valores e ideales del Templario, no lo dudéis, sois Templarios y así os consideramos en nuestro corazón.

Haced que esas virtudes crezcan en vosotros, trabajadlas en este año que empieza y que sea el regalo, la ofrenda, al Niño Dios. No lo dudéis, con tantos corazones unidos, emanando el bien a nuestro entorno, ¿quién podrá contra nosotros?. Confiad en Dios, y entre todos  y entre todas, hagamos un mundo mejor para Él.
 

POEMA PARA EL TEMPLARIO


Somos semillas de estrellas,
ven que te quiero, Mi hijo,
no olvide que estrella eres,
camino del infinito.
Camina, no te detengas,
que te esperan muchos niños,
aquellos que se encontraron
vagando por los caminos,
iluminando las noches
de los que buscan lo vivo.
Somos semillas de estrellas,
que esperamos a los niños,
aquellos niños que fueron
y se quedaron dormidos.
Los sueños, las ilusiones,
las sonrisas, los perdones,
de los corazones limpios.
Todo eso lo olvidaron,
vagando por los caminos,
ya no sabían que eran,
la semilla de lo vivo,
dejando crecer abrojos
y dando paso al olvido,
dejando vida tras vida
al Padre Eterno sin hijos.
Pero ha llegado el momento,
andad, Milicia del Cristo.
a recuperar los hijos
que vagan por los caminos,
y andan cerca sin saberlo
camino del precipicio,
donde les aguarda ansioso
el Pérfido con su equipo.
Esta lucha no se pierde,
y Yo confío en Mis hijos,
que son nobles y valientes
como en otro tiempo han sido,
así que todos en marcha,
con vuestros albos vestidos,
pues por uno o una andando,
diez millones van vestidos,
pues la fuerza es vuestro escudo
y el Amor el poderío,
de todos, los que sin cuerpo,
luchan con los hijos Míos.
No dejéis de recordar,
tal como el lema repite,
que nada imposible en Dios
al corazón que en Él vive.
Que los hechos sean testigos
de lo que del Amor nace,
y no valen las palabras
si los hechos no son grandes,
pues la letra muerta es,
sólo el Espíritu vale.
¡¡Caballeros, Amazonas!!
Todos juntos al combate,
en Mi corazón os guardo,
sin dudar, id adelante,
os bendigo, os sostengo,
para que el pulso no falle
y aquí os recibiré
cuando la hora os llame,
y una vez que estemos juntos,
vayamos todos al Padre.



Fiesta de Epifanía del Año del Señor de 2.012

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