LA HUMILDAD (III)



I. 5. Elegancia

Realmente, la gran mansedumbre viene a ser elegancia, naturalidad, gracia y hermosa levedad del ser. Elegancia, es vestirse de dentro a fuera. El elegante sabe perder para intentar volver a ganar. Mientras el ególatra no sabe perder el elegante hasta perdiendo es maestro, acepta la derrota propia, conocedor como es de la condición humana. Al elegante, la experiencia de la caída le sirve para ver la debilidad humana y al soberbio, las faltas sólo le sirven para impacientarse al verse limitado y la experiencia de la caída le enajena, por eso la oculta. El elegante sabe que a cien caídas le corresponden cien una levantadas, pero al soberbio, las caídas propias le extrañan porque se había deificado, por eso reacciona con violencia haciendo pagar el pato a los demás. Al elegante, el camino de perfección, se le presenta como algo difícil y penoso para lo que es necesario tiempo, trabajo, constancia y paciencia.

En la pelea se conoce al soldado y en la victoria al caballero. El éxito, está en prestar la misma atención a las cosas pequeñas que a las grandes, porque hay que aprender a hacerlas de la manera más grande. En las grandes cosas nos mostramos a veces como lo que debemos ser, en las pequeñas siempre como somos. La delicada mansedumbre se enseña y aprende con ejemplo de buenos modales, trato amable, palabras cordiales y amables, respeto, calor humano, dulzura, serena comprensión, paz interior, acogida y simpatía, siempre con una sonrisa en el rostro.

Por el contrario el quisquilloso, el iracundo, el descontrolado, el bestia, el dominado por la cólera, el descompuesto, el que se molesta y enoja por una tontería, demuestra inmadurez e incapacidad para relacionarse con los demás y para dominar sus más ruines tendencias.

Por lo general, tras la irascibilidad, la grosería y los malos modos, se oculta siempre un débil y un cobarde. La delicadeza niega el enaltecimiento más allá que ninguna otra escuela y aunque las personas humildes suelen dar pocos consejos, algunos dan, como por ejemplo: “Mientras escalas los travesaños del éxito, asegúrate de que la escalera esté apoyada en el edificio correcto”. “Se puede trepar hasta las más altas cumbres, pero no estés allí mucho tiempo”. “Si quieres aplauso, adelántate aplaudiendo a otros”. “ La victoria tiene muchas madres, pero la derrota es huérfana, más el arte de vencer, se aprende en las derrotas”. “Alguien nos ayudó siempre, recuérdalo en la victoria”. “Máxima victoria, saber vencerse a sí mismo”.

I. 6. Falibilidad

Sólo quien cae puede ofrecer a los demás el edificante espectáculo de levantarse de nuevo. Siempre está en nuestra mano rehabilitar nuestra reputación. La vida es una larga escuela de falibilidad, ya que tú no eres perfecto ni infalible. El “perfecto” sólo quiere imposiciones, es rígido y no admite errores, lo cual crea en el que le escucha una gran angustia. Hay que trabajar con entusiasmo y rectificar cuando las cosas no salen exactamente como las esperábamos. No es cuestión de compararse con otras personas, sino ver si estás a la altura de lo mejor de ti mismo. Se arbusto si no puedes ser árbol; si no puedes ser Sol, se estrella.

Lo ideal para ti es tratar con todo tu corazón y esfuerzo de no cometer errores desde un principio, pero todos los cometemos a lo largo de nuestra vida. En vez de ocultarlos, veamos donde ha estado y aprendamos de ello, porque es de sabios cambiar de conducta cuando ésta no es buena. Así que arrepiéntete de tus errores y rectifica, ya que el error puede ser nuestro mejor maestro o nuestro peor enemigo, dependiendo de cómo lo tomemos.

¿Has pensado que los demás a veces te devuelven lo que tú les has dado?. Encerrarse en sí mismo sin escuchar lo que los demás dicen de ti, conduce a errores sobre la propia imagen. ¿Y si los demás llevan razón?. Por eso has de permanecer abierto a su juicio y no encerrado en tu propia torre de marfil con obcecación. Discúlpate, di “lo siento, me he equivocado”. Empieza de nuevo si es necesario. Tu vales aunque te equivoques, pero tu error no vale. ¿Cómo superar lo erróneo?, pues aceptando el error y sacando conclusiones positivas de aprendizaje. La próxima vez lo harás mejor.

(continuará)

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