PEREGRINACIONES. EL CAMINO INICIÁTICO DE SANTIAGO (XI)



Los métodos de Iniciación

Las primeras fases antiguas, fueron intentos de identificación con el movimiento de los astros, danzas en círculo, laberintos, rotaciones como aún vemos en las danzas de los Derviches y otros ritos. Al principio, ya vemos que se necesita un maestro o un guru, que ayuden a disciplinar el cuerpo y el espíritu, el cual orienta y aconseja, en orden a una correcta Iniciación. Ahí, debemos distinguir dos métodos de Iniciación: La operativa, que se obtiene ejerciendo un oficio, normalmente la construcción de edificios sagrados, bajo la dirección de un maestro de obras, que se dio mucho en la alta Edad Media, en el que la perfección de la obra no se concebía sin la compenetración entre el obrero y el material.
                                        
No se firmaban las obras, porque estas participaban del hombre y lo representaban mucho más que un nombre, aparte de que ya no tenían rastro de vanidad dentro de su ser. En ese trabajo ritual Iniciático, el viaje, la peregrinación mediante la cual, cuando el hombre ha ido más allá de la fatiga, se integra en los ritmos cósmicos, y la ruta, estaba llena de grutas Iniciáticas, donde vivían maestros de diversos órdenes.

Cuando la enseñanza esotérica se despersonalizó, los Iniciados la plasmaron en la piedra en forma de símbolos, cuya plena comprensión constituye un privilegio de los ya sensibilizados y preparados para recibir la influencia espiritual. Una de las grandezas del símbolo es el entronque con la tradición universal y su gran utilidad, reside en la facilidad de reproducción , incluso por los no Iniciados, con tal de que dentro de su ambigüedad, catalicen la elevación del hombre. Ello servirá para dar vivencias al Iniciado, que no al profano, aunque le de un significado aceptable. Es evidente, que una peregrinación Iniciática apoyada exclusivamente en símbolos esotéricos, exigía una mayor aptitud y esfuerzo , lo que explica en gran parte su desaparición.

Aunque no es posible distinguir fases propiamente dichas de la Iniciación, ya que son infinitas, resulta interesante analizar las distintas posturas del hombre frente al problema:

        1.            El profano que puede:
·        Despreciarlo, viendo sólo literatura.
·       Investigar buscando erudición, sin pretender una compensación real.

        2.            El que intenta conectar con la Tradición y sin superar el sentido literal del mensaje, encuentra en él un valor muy superior al anterior.
        3.           El incapaz de alcanzar las verdades, que encuentra en los textos una regla de conducta, ya participa de la tradición en la medida de sus fuerzas.
       4.           El que intenta asimilar lo más posible el exoterismo (teólogo), se sitúa a nivel muy superior.
       5.           El que tiene conocimiento del esoterismo, alcanza ya la percepción de la pluralidad de sentidos contenidos en los textos sagrados y discernir el espíritu escondido bajo  la  letra. Su  comprensión  es  de  un nivel mucho más profundo y elevado que el de los exoteristas. Sin la Iniciación, se quedará en un conocimiento teórico.
         6.         El que, virtualmente Iniciado, lo profundiza en vista de una preparación doctrinal todavía incompleta.
        7.          Para el que entra en la vía de la realización, el texto no es más que el soporte, al igual que el símbolo que emplea para ayudar y sostener su labor interior.

Para ello, las escrituras tradicionales son por su naturaleza, simbólicas, van más allá de la letra, que desaparece en cierto modo, y no ve más que el espíritu pudiéndole abrir posibilidades distintas de una mera comprensión teórica. Ahora quizás podremos comprender, que el Adepto cuya conciencia vibra en un éter metafísico, dirija al mundo una mirada muy lejana, y aunque no llegue a ser un espíritu puro, ha alcanzado la máxima pureza concebible en este mundo de espíritu, que supone la liberación total de contingencias.

(continuará)

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