EVANGELIO DÍA 31 DE JULIO



Cuando Jesús recibió aquella noticia, se fue de allí Él solo, en una barca a un lugar apartado. Pero la gente, al saberlo, salió de los pueblos para seguirle por tierra. Al bajar Jesús de la barca, viendo a la multitud, sintió compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Como se hacía de noche, los discípulos se acercaron a Él y le dijeron: “Ya es tarde y éste es un lugar solitario. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y se compren comida”. Jesús les contestó: “No es necesario que vayan, dadles de comer vosotros”. Respondieron: “No tenemos aquí más de cinco panes y dos peces”. Jesús les dijo: “Traédmelos”. Mandó entonces a la multitud que se recostaran sobre la hierba. Luego, tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces, y mirando al Cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos y todavía llenaron doce canastas con los trozos sobrantes. Los que comieron, eran unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
(Mateo 14, 13-21)

MEDITACIÓN

Dios creó de la nada, pero Jesucristo suscita Su reino de amor desde tu pobreza y multiplica lo poco que hay de bien en ti  y así, al hacerte un instrumento de Su Reino, tu corazón se engrandece y tus pocos bienes se llenan de sentido. Hay miles de pobre esperando sólo un pequeño gesto que Jesús aumentará. Alguien debe perder el miedo de dar lo que posee, si no, Jesús no podrá hacer milagros.

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