EVANGELIO DÍA 24 DE MAYO



Cuando Jesús iba a seguir Su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de Él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno?. Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los Mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no robes en perjuicio de nadie ni engañes y honra a tu padre y a tu madre”. El Hombre le dijo: “”Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven”. Jesús le miró con afecto y le contestó: “Una cosa te falta, ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme”. El hombre se afligió al oír esto, se fue triste, porque era muy rico. Jesús entonces, miró alrededor y dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles: “¡Hijos, que difícil es entrar en el Reino de Dios!. Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios”. Al oírlo, se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “¿Y quién podrá salvarse?”. Jesús los miró y les contestó: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él no hay nada imposible”.

(Marcos 10, 17-27)



MEDITACIÓN



Todo lo que tengo, pertenece a los pobres. Tengo talento, seguridad y éxito en la vida, para poder ayudar a los demás. Los dones que he recibido, Dios se los da a los demás a través de mi. Si lo acepto y me entrego, como Jesús, habré cumplido mi misión en la Tierra.



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