CONCILIOS Y SÍNODOS DE LA IGLESIA ROMANA (III)



Esta vocación sinodal del cristianismo, se ha manifestado también en las iglesias orientales, tanto ortodoxas cómo católicas, anglicanas y luteranas, más especialmente en las situaciones más adversas cuando la identidad más estrictamente cristiana peligraba. De esta manera, los Sínodos confesantes luteranos de 1.934 resultan muy reveladores de esa necesidad si se quiere revelar con testimonio el Evangelio.

Asís ha sido un evento privilegiado de nuestro tiempo. Francisco de Asís, murió desnudo en la tierra, en perfecta unión con Cristo. El Papa Juan Pablo II, invitó a todos los líderes religiosos del mundo a este lugar, para una reunión de quienes creían en Dios, aunque a veces la imagen que tenían de Él no fuera la más apropiada. Oraron juntos, aunque no confusos, buscando la verdad y los dones Divinos. No fue un Sínodo ni un Concilio, pero tuvo todos los objetivos de éste último, con la búsqueda de una comunidad mejor, más justa y reconciliada.

Muchos Concilios prohibieron las guerras y las armas en el pasado y de nuevo en Asís, se rogó por la paz mundial. Muchos Concilios, exigieron a sacerdotes y laicos una vida más ejemplar y evangélica, y en Asís fueron muy conscientes de que la paz es un don de Dios a personas que buscan ser mejores.

Asís fue el fruto de muchos laicos, aunque las imágenes ofrecieron clérigos de toda especie y procedencia, y lamentablemente, también los Concilios ofrecen la participación de laicos, pero de una manera mínima y totalmente marginal.

Los Concilios y Sínodos celebrados a lo largo de más de dos mil años de cristianismo, constituyen pues, una página extraordinaria de la historia de la Iglesia romana, de la conformación que ella determina de la vida cristiana, en sus aspectos litúrgicos y morales, y nos aportan una extraordinaria galería de personajes, que tomaron parte en sus celebraciones y nos descubren rasgos apasionantes de los cristianos, verdaderos protagonistas de esta historia.

(continuará)

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