PEREGRINACIONES EN LA GRECIA ANTIGUA (II)




El culto que recibía Apolo en este santuario, era moderno comparado con la antigüedad del oráculo de Delfos, ya que allí había desde tiempos prehelénicos, un santuario dedicado a un culto prehistórico de la madre tierra y de ascendencia micénica y cretense, simbolizado por la serpiente Phytón, más al llegar los conquistadores adaptaron ese culto al dios Apolo y levantaron sobre el primitivo santuario uno mucho mas grandioso de piedra y mármol. Sin embargo, el oráculo fue respetado y continuó con sus predicciones que atrajeron a tal número de peregrinos, que tuvieron que poner a varias pitonisas en vez de una que era lo habitual, para turnarse sin cesar y poder así atender a todos. Además, una sola no podía estar continuamente masticando hojas de laurel a la que atribuían propiedades mágicas y narcóticas, y a esto se le añadía que la pitonisa se colocaba sobre un trípode de oro junto a la grieta volcánica de donde salían los gases deletéreos causantes del éxtasis adivinatorio. Por ello, caía en un delirio que le hacían pronunciar palabras o frases, a veces incoherentes y otras con sentido, redactadas en verso o prosa por un sacerdote, y esa era la respuesta que se daba al consultante, que salía devanándose los sesos para relacionarlos con el sentido de su preocupación.

Sólo había en toda Grecia un oráculo que pudiera compararse con el délfico y ese era el oráculo de Trofonios en Beocia. Este era un personaje que había pasado a la mitología nacional, ya que fue el arquitecto que edificó el antiguo templo de Apolo en Delfos y ese dios al parecer, le había compensado con el don de la predicción. Allí no era por medio de una sacerdotisa como recibía la contestación, sino que era él mismo quien la obtenía, cuando los sacerdotes le sometían a la acción de los gases en la grieta volcánica que había en la caverna.

En este santuario, los peregrinos se ponían en manos de los sacerdotes, que les hacían una serie de ritos purificadores y que bebiese agua de la fuente de Leteo, que le hacía olvidar su pasado, para luego beber en la fuente de Mnemosina, que le facultaba para retener lo que iba a escuchar en la cueva. Con las experiencias vividas en soledad, el peregrino volvía en un estado lamentable, con los nervios destrozados y lleno de terror por lo experimentado, así que al relatárselo a los sacerdotes, ellos traducían una respuesta conveniente.

En la antigua ciudad de Éfeso, tenía una gran fama el santuario dedicado a Artemisa, que posteriormente fue asimilada con el nombre de Diana por los romanos, más ya tenía otras evocaciones que éstos llamaron Cibeles. En este santuario, se rendía culto a la diosa de la Naturaleza, la caza, la virginidad y fecundidad, por lo que acudían miles de peregrinos durante cientos de años, en mayoría mujeres.
En los templos de Esculapio, había muchos exvotos como agradecimiento a las curaciones y otros por las victoria conseguidas sobre los adversarios. Había varias fiestas al año que llenaban la ciudad de peregrinos, como también se veían en las fiesta de Minerva en Atenas


(continuará)


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