EL REY ARTURO




Hoy día, aún se desconoce la verdadera historia del rey Arturo, aunque se le sitúa alrededor del siglo V, luchando contra los anglos y sajones. Muchos elementos celtas lo rodeaban y los juglares le alababan desde la Edad Media.

En la literatura aparee por primera vez mencionado por el historiador Nennius, entre los años 700-800, aunque no se descarta una referencia sobre la materia arturiana de Gildas en el 540. En 1.136, Geoffrey de Monmouth en su historia de los reyes de Britania, introduce su figura en la literatura europea, describiendo la juventud de Arturo y su relación con el mago Merlín. Más tarde, el poeta Wace en su Roman de Brut en 1.155, traduce y adapta al autor en su obra en latín al anglonormando, termina de dar forma al mito y crea la famosísima Mesa Redonda.

A partir de aquí, los relatos relacionados con los caballeros de Arturo se multiplican, incluyendo el de Troyes y se expande la leyenda al mundo medieval. Arturo fue una figura que representaba el culto a la nobleza de la caballería y el amor cortés; a finales del siglo V, Bretaña sufre la invasión de los sajones. Arturo y sus caballeros se prestan a defenderla, pero no lo consiguieron. Los caballeros de la Mesa Redonda partían de Camelot, recorriendo bosques y valles europeos, impartiendo justicia, protegiendo al indefenso y mostrando su nobleza en cada uno de sus actos, pero su sueño era encontrar el Santo Grial. Perzeval fue el primero que pudo verlo, luego Lancelot, Gawain, Galahad y otros tuvieron una eterna búsqueda por la gracia que representaba.

Arturo de Bretaña

Arturo era hijo de Uther Pendragón, rey de un pueblo cercano a Gales, y su madre, según asegura la leyenda, era descendiente de las hadas. Al nacer, Arturo es entregado al mago Merlín que será su guía y protector. Sir Héctor, padre de Kay, lo crió como si fuese su hijo y cuando Uther muere, el mundo britano es un caos anárquico y sangriento, por lo que Merlín se ve en la necesidad de que haya un nuevo rey que reordene la nobleza que ya estaba totalmente anárquica, rey que debía tener un halo mágico para que así fuera temido y respetado.

En la Navidad, a la salida de la iglesia, la gente del pueblo observó sorprendida que había una espada clavada en un yunque apoyado en una piedra cuadrada, en la que había una leyenda que decía: “Aquel que sea capaz de arrancarme de este sitio, será por derecho de nacimiento rey de toda Bretaña”.

Todos se agitaron y empezaron de forma desaforada a probar suerte e intentar sacar la espada; del pueblo, pasó la inquietud y el deseo a los señores y nobles, pero nadie lo consiguió. La noticia corrió y acudieron gentes de otros lugares, pero la espada, no había forma de moverla un milímetro. Para el año nuevo, se organizó un torneo al que asistió todo el pueblo y también Sir Héctor con su hijo Kay y Arturo. De camino, Kay vio que se había olvidado su espada y mandó a Arturo a buscarla, pero éste al llegar, se encontró con las puertas cerradas por lo que no pudo recogerla. Recordó entonces la espada del yunque y allí fue para reemplazar a la de Kay. Cuando al llegar asió la empuñadura y la sacó sin problemas y fue a darla al hijo de su protector, más cuando Kay la vio la reconoció como la espada milagrosa y sin ningún escrúpulo, dijo que era él quien la había sacado del yunque.

Sir Héctor desconfió, lo llevó a la iglesia y ante la Biblia le hizo decir la verdad, así que Sir Héctor le dijo a Arturo que pusiera la espada donde la había encontrado, pero ya, ninguno de nuevo pudo sacarla de allí, salvo Arturo, que pudo extraerla sin dificultad. Con esto, no hubo duda alguna de que él sería el rey de Gran bretaña. Se informó al Arzobispo, que dispuso que todos los caballeros que quisieran sacar la espada se reunirían el día de Reyes. Ante el nuevo fracaso de los presentes, Arturo, a la vista de todos, repite la proeza y es proclamado rey.

Al principio, la nobleza no está convencida, ya que lo ven muy joven para asumir esa responsabilidad, pero poco a poco se fue ganando el reconocimiento de todos. El día de Pentecostés, Arturo depositó la espada en el altar de Canterbury, fue nombrado caballero y coronado rey por el Arzobispo. Arturo, juró ser justiciero con ricos y pobres, que en sus tierras reinaría la armonía y que la unidad del pueblo se impondría sobre todo.

Arturo reinó sin dificultades bajo los consejos de Merlín, conociendo después a una bella joven llamada Ginebra (Gwenhwyfar en galés), de la cual se enamoró y se casó con ella.

Arturo puso la capital de su reino en Camelot y se rodeó de caballeros cristianos leales y de una conducta intachable, fundando la Orden de la Mesa Redonda, y con ella puso paz, orden y justicia en toda Bretaña. Más adelante, en una terrible batalla, la espada se rompe y la Dama del Lago le ofrece la famosa Excalibur, advirtiéndole que será invencible siempre y cuando conserve su vaina. Uno de sus caballeros, Lancelot, vie un romance con Ginebra y a Arturo, semidrogado, le ocurre lo mismo con su hermanastra Morgana, y de ese lance nacerá un hijo llamado Mordred.

Arturo descubre la traición de Ginebra y por la ley, se ve obligado a condenarla a muerte, pero Lancelot vuelve a rescatar a la reina y aprovecha la ausencia de Arturo, para confabularse con la bruja Morgana y Mordred, que robará la vaina de la espada Excalibur.

Arturo sin protección, es herido de muerte por su propio hijo en la batalla de Camlan y al fallecer, es llevado a Avalón, sitio mítico reservado a los héroes, para reponerse de las heridas y volver al fin de los días, aunque otras versiones dicen que fue enterrado en Glastombury y a su lado descansaría su amada Ginebra.


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