ACTITUD CLAVE PARA UN TEMPLARIO: COMPROMETERSE (V)



El compromiso no se reduce a una manera de hacer, pero necesariamente pasa por remangarse y ponerse manos a la obra. A la luz de nuestro mundo, más aún, de nuestro planeta herido de muerte, urge dotarnos de una fuerte voluntad de acción, urge tomar decisiones prácticas a niveles personales, de relación y estructurales. Urge hacer una vida solidaria, lo cual supone caminar en dirección contraria a la de nuestros intereses, redefiniendo que entendemos por calidad de vida, realizando un consumo responsable y no despilfarrador. Urge crear pequeñas redes solidarias entre nuestros compañeros y amigos, donde circule la información de lo que pasa en el mundo y no aparece en los telediarios ni en la prensa diaria, donde se propongan estrategias de acción en nuestros lugares de presencia y donde se genere un pensamiento acorde con la acción que pretendemos. Urge responder con aquellos que sienten que la denuncia de las marcas deportivas, que trafican con la explotación laboral de los niños, y que es un asunto muy importante donde podemos influir. Urge tomar conciencia de que ni se puede estar eternamente tomando conciencia, que nuestro mundo es una balsa de gasolina a punto de arder, ya que los estudios y análisis tienen sentido si sirven para la acción, no sólo para la publicación.

Somos herederos del “pienso, luego existo” cartesiano, que se escuda en el concepto y hace disquisiciones terminológicas, mientras la bomba de la miseria que hemos generado en el Sur, prosigue su puesta a punto. Decidir hacer, no es armarse y prepararse para el ataque, sino salir a campo abierto y otear nuevas formas de hacer política, nuevas formas de hacernos presentes, buscando formas más audaces de participación activa. La campaña a favor de la condenación de la deuda externa para los países empobrecidos, ha mostrado el valor de la acción significativa, que en referéndum realizado el mismo día de las elecciones generales del 12 de Marzo del 2.000, logró la nada despreciable cifra de un millón de votos a favor de la condenación, más en unas circunstancias de semiclandestinidad que hacen pensar que las campañas a largo plazo, que van más allá del socorrido “día de..”, son más efectivas y fructíferas de lo que podemos imaginar.

Compromiso y vocación caminan de la mano. La persona es presencia en tanto que es afirmación responsiva; es respuesta en un tiempo y en un lugar, en una situación concreta no elegida por nosotros y de la que no podemos escapar. La persona es capaz de salir de un rol concreto y determinado, cuando se convence que no está acabada, de que puede dar más de sí de lo que otros esperan de uno mismo.

Junto con ese vacío que ya no angustia, va naciendo entre nosotros una nueva cultura de la subjetividad, que proviene de los despojos de la despersonalización, donde se impone el reino de “se” que engulle, masifica y anula a la persona, y de los despojos de las grandes causas que generaron entusiastas activistas que de tanto agitarse, terminaron por doblegarse ante un ritmo insoportable o ante unas exigencias que engullían la conciencia y la libertad de cada uno. La cultura de la subjetividad que se acuña en el siglo que ha comenzado, no se reduce sin más a una cultura del yo, a una cultura de egoísmo ilustrado, sino que es un ejercicio de respuesta vocacional que pasa por encontrar el tiempo y el espacio personal, actualizados a escala humana. El compromiso en la acción por la que discurre cierta caravana de voluntarios y afines en el mundo de las ONGs, tiene más connotaciones de búsqueda del propio lugar donde entenderse como persona y relacionarse como tal, que signo a una pertenencia con la que se pretende transformar la realidad.

(continuará)
 
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