EVANGELIO DÍA 20 DE ABRIL



Uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les preguntó: “¿Cuánto me daréis si os entrego a Jesús?”. Ellos señalaron el precio: Treinta monedas de plata. A partir de entonces, Judas empezó a buscar una ocasión oportuna para entregarles a Jesús. El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él les contestó: “Id a la ciudad, a casa de Fulano y decidle: “El Maestro dice: Mi hora está cerca y voy a tu casa a celebrar la Pascua con mis discípulos”. Los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y prepararon la cena de Pascua. Al llegar la noche, Jesús se había sentado a la mesa con los doce discípulos y mientras cenaban les dijo: “Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar”. Ellos, llenos de tristeza comenzaron a preguntarle uno tras otro: “Señor, ¿acaso soy yo?”. Jesús les contestó: “Uno que moja el pan en el mismo plato que Yo, va a traicionarme. El Hijo del Hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras, pero ¡ay de aquel que le traiciona!. ¡Más le valdría no haber nacido!”. Entonces Judas, el que le estaba traicionando le preguntó: “Maestro, ¿acaso soy yo?”. “Tú lo has dicho, contestó Jesús”.
(Mateo 26, 14-25)

MEDITACIÓN

Es difícil seguir la trayectoria del corazón de Judas que va desde interesarse por Jesús, a venderlo por dinero. Cada paso que dio, fue responsablemente decidido, aunque poco a poco se turbó hasta perderse a sí mismo. Ninguno de los que conocemos a Jesús, estamos exentos de equivocarnos de tal manera. Líbranos Señor de rechazarte, cuando Tu Palabra y presencia nos cuestione y nos exija un cambio. ¡Líbranos Señor, de cambiarte por dinero o por nuestras propias ideas!.

© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.011