LUGARES DE PODER (VI)



El segundo modelo, el cenobio, que significa vida en común, imitan los centros ascéticos donde desarrollaban su actividad las comunidades Esenias de Israel. Fundamentalmente, es un lugar de retiro para personas que tienen la intención de dedicarse exclusivamente a la oración en contacto con la Naturaleza y la Madre Tierra. Sus únicas acciones comunes con la comida y la Eucaristía. Esto es lo que antecede a los monasterios de clausura.

Las tribus de la costa sur mediterránea, golfo Pérsico y mar Rojo, son ahora el nuevo imperio que además se convierte en una nueva religión. Mahoma, su Profeta, huye a Medina en el 662, la Égira año cero del calendario musulmán. Entonces nace el Islam, una nueva religión monoteísta, que aunque tiene el mismo origen, se separa del cristianismo y judaísmo, por haberse apartado de las enseñanzas de los libros sagrados. Dios envía un último Profeta, Muhammad, descendiente de Abraham a través de la tribu de Koreish.

En los tiempos de Harem-al-Rashid (786-809), los árabes están en su época de máximo esplendor. Se traducen los textos griegos y se producen grandes avances en filosofía, medicina, astronomia alquimia.

Empezará a aplicarse la sensibilidad de los zahoríes (del árabe zuhari o adivinador geomántico), a la construcción de palacios, castillos y mezquitas. Es cuando se reconoce el poder que las corrientes de agua tienen sobre las energías que afectan a los edificios y sus habitantes. Desarrollan inventos como la noria, la acequia o el aljibe. Condujeron las aguas por canales misteriosos, hasta fuentes situadas en lugares donde conseguían un efecto acústico-visual y mágico, capaz de llevar al hombre a la consciencia y la concentración.

Mientras, en el mundo cristiano, el santuario experimenta una nueva evolución que le conducirá a constituirse en un centro de poder extraordinario. El 90 % de la población es analfabeta y los únicos centros de cultura están el los monasterios, donde los monjes amanuenses, recogen los conocimientos antiguos y copian e iluminan los libros sagrados.

Nos acercamos al año mil con la creencia del fin del mundo y a eso contribuye el libro del Beato de Liébana, con sus comentarios al Apocalipsis. Los edificios religiosos adquieren una nueva función: Son refugios para protegerse de las inclemencias el tiempo y los saqueos. Allí se queman grandes cantidades e incienso para paliar los malos olores y el humo de la resina va introduciendo en el torrente sanguíneo, sustancias capaces de alterar el estado de conciencia.

Se empiezan a sentar las bases del románico, en que el templo adquirirá las dimensiones del propio cielo donde habita el Creador y sus ángeles. Será a la vez una biblioteca en piedra para leer la doctrina y conocer las obligaciones impuestas por Dios al hombre. Por fin se convertirá en la cripta Iniciática, la cueva donde mora la sabiduría, que sólo se entregará a quien demuestre inteligencia y capacidad de defender los intereses del Altísimo.

(continuará)

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