EL SERMÓN DE LA MONTAÑA. OTRA REFLEXIÓN (VI)



“Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”.

El corazón puro es el alma pura que se ha elevado hasta llegar a ser de nuevo un ser espiritual absoluto, a través de Mi, el Cristo en el Dios Padre-Madre. Las almas puras que de nuevo han llegado a ser seres de los Cielos, vuelven a ser la imagen y semejanza del Padre Eterno y vuelven a ver al Eterno cara a cara. Ellas contemplan, viven y escuchan al mismo tiempo la Ley del Padre Eterno, porque de nuevo han llegado a ser espíritu de Su Espíritu, la Ley eterna misma.

Mientras los hombres y las almas tengan que escuchar aún en sí mismos al Espíritu de Dios, todavía no son de Su Espíritu, aún no son la Ley misma del amor y la vida.

Pero quien de nuevo ha llegado a ser la Ley del amor y de la vida, ve al Padre Eterno cara a cara y está en constante comunicación consciente con Él. También ve la Ley de Dios, la vida procedente de Dios, como totalidad, porque él mismo es la vida y el amor y en ellos se mueve. Quien se mueva en la Ley absoluta de Dios, también la habrá desarrollado por completo, desde el Orden hasta la Misericordia. A el le sirven las siete fuerzas básicas del infinito, por estar en unidad y armonía absolutas con todo lo que es.

(continuará)

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