En la alta Edad Media se produce un retroceso religioso y cultural, que llevaría a la desaparición de los Santuarios politeístas. Influyeron las campañas militares y los movimientos migratorios. Fueron apareciendo los primeros pueblos bárbaros: Los Vándalos, pueblo germánico que ocuparon el Norte de África, el Sur de Italia, parte de Sicilia y algunas islas del Mar Tirreno. Los ostrógodos, ocuparon Italia en el 489 con Teodorico y luego los visigodos que habían sido mercenarios de Roma, terminaron por saquearla en el 410 y se establecieron en Aquitania con Eurico. Alarico III es vencido por los francos y los supervivientes emigraron a España junto con los suevos para constituir después el más poderoso reino bárbaro.
Los francos (merovingios), procedentes de las orillas del Rhin, ocuparon la Galia y heredaron la simbología Celta. Su principal rey, Clodoveo, establece su corte en París, y se convierte al catolicismo por influencia de su esposa Clotilde. Los Lombardas, procedentes de las orillas del Danubio, invadieron el centro de Italia en el 568, se mezclaron con la población y fueron empujando a Bizancio que retrocedía.
Los anglosajones, eran tribus diversas pero con origen étnico común, agrupados bajo un jefe, habiendo muchas luchas para aglutinarse y conseguir una nación. Su simbología, fue una espada clavada en una piedra concedida mágicamente por la Dama del Lago. Por la mala alimentación, la esperanza de vida desciende y se sitúa alrededor de los 32-40 años. La vida espiritual y cultural, se vio influida por estos factores que afectaron a su sistema de creencias y a las relaciones con lo mágico y lo sagrado. Las tribus invasoras, orientan sus creencias hacia ciertas herejías nacidas durante los años de decadencia del Imperio, para contrarrestar el poder de la Iglesia Católica. La más importante fue el Arrianismo. Su fundador, Arrio (256-336), fue sacerdote en Alejandría y Obispo de Libia. En el 318, comenzó a predicar su doctrina, que consistía en la negación de la Santísima Trinidad, puesto que Jesucristo era Hijo de Dios, era una creación suya destinado a ayudarle en sus planes, por tanto no era eterno sino que tenía principio y fin, y se le niega la condición de persona Divina, así como la del Espíritu Santo. Fue la religión de los Visigodos hasta la conversión de Recaredo en el 587.
Mientras, los pueblos conquistados, estaban divididos entre quienes seguían las directrices de la Iglesia de Roma y los que mantenían algunas herejías que recogían la herencia del mundo mágico hebreo, árabe y romano. Su alejamiento de la ortodoxia paulina, tuvo como consecuencia el martirio de Prisciliano, que fue enterrado en un Santuario cerca de Compostela y algunos investigadores afirman que los huesos no son de Santiago sino del hereje abulense.
Algunos grupos, terminaron por ser el origen de comunidades monásticas y hubo muchos muertos por quienes querían seguir la pobreza, la humildad y el ascetismo, por parte de quienes defendían que ese mandato evangélico era metafórico. Esa llamada al abandono de los bienes materiales, no conectaba bien con los Príncipes de la Iglesia de Roma mas cercanos a acumular riquezas y poder.
Las tribus del Sur de Inglaterra mantenían una especie de simbiosis entre las nuevas ideas cristianas y las tradiciones celtas, incluso la figura del gruida como brujo y Sumo Sacerdote, capaz de dominar los espíritus y fuerzas de la Naturaleza. Así nacieron los mitos artúricos con Merlín, la espada, la Damas del Lago mezclados con el poder que le confería al monarca la posesión del Santo Grial. Hasta el siglo VIII que se produjo la penetración árabe-bereber y la llegada del Islam al Sur de Europa, los Santuarios se establecieron según dos modelos. El primero, continúa con la idea del templo romano y los templos van ganando en riqueza y ornamentación. Las iglesias bizantinas son un tesoro, donde abundan el oro y las joyas. Los iconos van perdiendo la riqueza para ir adquiriendo la estilización propia del románico.
(continuará)
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