EVANGELIO DÍA 17 DE AGOSTO



En aquel tiempo, Jesús dijo: “El Reino de los Cielos se puede comparar al dueño de una finca que salió a contratar trabajadores para su viña. Acordó con ellos el pagarles el salario de un día. Volvió a salir a las nueve de la mañana y vio a otros que estaban en la plaza, desocupados. Les dijo: “Id también vosotros a trabajar a mi viña. Os daré lo que sea justo”. Y ellos fueron. El dueño salió de nuevo hacia el medio día y otra vez a las tres e la tarde, y alrededor de las cinco volvió a la plaza e hizo lo mismo. Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo: “Llama a los trabajadores y págales empezando por los últimos y terminando con los primeros. Los que habían entrado primero, decían: “A éstos, que llegaron al final y trabajaron solamente una hora, les has pagado igual que a nosotros que hemos trabajado todo el día”. Pero el dueño contestó: “Amigo, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no acordaste conmigo recibir el salario de un día?. ¿O quizás te da envidia el que yo sea bondadoso?”. De modo, que los que ahora son los últimos, serán los primeros y los que ahora serán los primeros, serán los últimos”.
(Mateo 20, 1-16)

MEDITACIÓN

Jesús no mide los esfuerzos al modo humano. Él valora el sacrificio de un solo instante si en el se implica todo el corazón. Él otorga sus gracias y dones a quien gratuitamente elige, sin pensar en sus méritos o historia de santidad. Su mirada está lejos de todo cálculo  y sólo espera del corazón humano, la capacidad de arriesgarlo todo por un Reino de Amor distinto a los reinos de esta tierra.

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