SENDERO DEL GRIAL. SEPTIEMBRE 2.010



Ha llegado la hora en que se reagrupen y reúnan todos los hermanos y hermanas que han oído la llamada de la Orden del Temple de siempre. El Divino Maestro, espera ser acogido por valientes Caballeros y Amazonas Blancas, que habrán triunfado en las luchas y pruebas de estos últimos tiempos, y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero (Apocalipsis VII-14). La sangre del Cordero, no es sangre de muerte, pues es portadora de Vida Divina, y Nuestro Señor, no es un Cristo muerto, sino el Cristo vivo, eternamente vivo y triunfante. Y nosotros, guardamos Su Palabra, que es espíritu y vida, y recibimos así Su sangre espiritual, portadora y generadora de la vida eterna. “El que guarda Mi Palabra, nunca morirá” (Juan VIII, 20).

Hermanos y hermanas nuestros. Abrid los ojos y los oídos. La transmutación de nuestra Madre Tierra, se acelera constantemente; cada día nos anuncian nuevos desastres y el hambre mata a millones de personas al año, mientras los poderes de este mundo, políticos, religiosos y financieros, aseguran que no pasa nada o minimizan la situación, y nuestra pobre humanidad, se deja arrastrar por el canto diabólico de las sirenas..... A ti hermano que nos lees, ¿qué te parece?.

Solo un pequeño número de personas, escapan al hipnotismo de los medios de comunicación de masa, a la engañosa dinámica de la vida moderna, donde todas las estratagemas se coaligan, para impedir que el hombre pueda pensar por sí mismo un solo instante, y recapacitar ante la ineludible catástrofe que va llegando, lenta pero inexorablemente.

La confusión y el ruido son tan enormes, que son escasos aquellos que realmente pueden ver y oír. El mundo sigue disfrutando y danzando sobre un verdadero polvorín, y todo sirve para acallar el lamento de tantos millones de personas abandonadas a su suerte. Pero la intoxicación es tan fuerte, que son escasos los cristianos que se creen que los signos del final de los tiempos, anunciados por el Cristo a sus discípulos y recogidos en los tres Evangelios sinópticos, corresponden a acontecimientos reales, pues aunque son tan precisos y contundentes, todavía nadie se atreve a decir que son más que parábolas y que estos signos, corresponden perfectamente a las revelaciones de Juan en su Apocalipsis.

Despertad hermanos, despertad, mientras todavía es de día, porque viene la noche y ya no habrá más tiempo para prepararse. Si para entonces no has conquistado tu sitio en el pequeño rebaño, si no has recibido la marca del ángel, que pondrá en la frente de los verdaderos discípulos de Cristo, hay muchas probabilidades de perderse en medio de la gran tormenta.

Te conviene ser caliente o frío, pero elige, porque los tibios serán “vomitados de la boca del Padre” (Apocalipsis III, 16). Es la hora de tomar decisiones, de actuar, no de vacilar y esperar a ver como se van desarrollando los acontecimientos.

El Maestro está a tu puerta, a la puerta de tu alma y te llama: “Si alguno escucha Mi voz y abre la puerta, Yo estaré con él y cenaré con él y él conmigo”. (Apocalipsis III, 20).



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