EVANGELIO DÍA 23 DE JUNIO



En aquel tiempo, dijo Jesús: “No todos los que me dicen ¡Señor, Señor!, entrarán en el Reino de los Cielos, sino sólo los que hacen la voluntad de Mi Padre celestial. Aquél día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, nosotros hablábamos en Tu nombre y en Tu nombre expulsamos demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros. Pero Yo les contestaré: ¡Nunca os conocí!, ¡apartaos de Mi, malhechores!. Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa, pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. Fue un completo desastre”. Cuando Jesús acabó de hablar, la gente estaba admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como sus maestros de la Ley.
(Mateo 7, 21-29)

MEDITACIÓN

Los Dones de Dios son irrevocables, sin embargo, Jesús no menosprecia ni quita la libertad sin administrar sus gracias. Puede hablar en nombre de Cristo y haberme convertido en un mero espectador de Su vida sin llegar a conocerle. Ésta es la Fuente, el principio de toda vida cristiana.

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