LAS BIENAVENTURANZAS VI





Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.


Toda la filosofía de la religión se encuentra aquí. Sabemos que Dios no tiene forma corporal y por tanto el asunto no consiste en verle físicamente, porque entonces ya sería limitado y no sería Dios. Ver, se refiere a la percepción espiritual, poder concebir la naturaleza de Dios. Vivimos en u Universo, pero no le conocemos. El cielo, no es un lugar lejano en el firmamento, sino que nos rodea ahora mismo, pero como nos falta la percepción espiritual no podemos reconocerlo y experimentarlo, y ese es el sentido en que podemos entender que se nos niega la entrada en el cielo, cuando cielo significa presencia de Dios, no en tres dimensiones, como queremos interpretarlo.

El cielo, es el reino del espíritu, la sustancia pura. Allí no hay vejez, decadencia ni discordia, es el reino del eterno bien, pero a nuestro entender todo decae, se deteriora, nace para morir. Es como un daltónico que está rodeado de bellas flores coloreadas, pero no las percibe. A esta limitación, se la conoce en Teología como “caída del hombre”, que consiste en tener una tendencia de ejercer su voluntad en oposición a la voluntad de Dios.

El nos hizo íntegros, pero nosotros hemos buscado las limitaciones y nuestra tarea es superarlas tan pronto como sea posible, hasta que conozcamos las cosas como en realidad son. Y eso es lo que quiere decir “ver a Dios”, es comprender la Verdad, lo cual trae la libertad infinita y felicidad perfecta.

En esta Bienaventuranza, Jesús nos dice como cumplir esta tarea y quienes la llevarán a cabo: Los limpios de corazón. Pero aquí hay que tener en cuenta el sentido de puro y pureza, que es mucho más que la limpieza física. Consiste en el reconocimiento de Dios como causa única verdadera, y el único poder que existe; y esto es nada menos que el secreto por medio del cual podemos escapar a toda enfermedad, desgracia o limitación: La caída del hombre.

Con este reconocimiento y armonizando tu voluntad con Él, se vencerán todas las limitaciones del espacio, tiempo y materia, así como las flaquezas de la mente carnal, gozando siempre de la presencia de Dios. La palabra corazón, es lo que los psicólogos llaman la mente subconsciente y esto es muy importante, porque no basta que aceptemos la Verdad sólo con la mente consciente, ha de hacerse con toda la mentalidad, porque así transformamos el carácter y transformaremos la vida. “Como un hombre piensa, así es su corazón”.

A veces el conocimiento, es sólo erudición acumulada en la mente. Para que un Conocimiento pueda cambiarnos, es necesario que se incorpore a nuestro subconsciente, es decir, que penetre hasta lo más profundo de nuestro corazón.


(continuará)


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