EVANGELIO DÍA 3 DE AGOSTO



En aquel tiempo, Jesús hizo subir a sus discípulos a la barca para que llegasen antes que Él a la orilla del lago, mientras Él despedía a la gente. Cuando ya la hubo despedido, subió Jesús al monto para orar a solas y al llegar la noche aún seguía allí Él solo. Entre tanto, la barca se había alejado mucho de tierra firme y era azotada por las olas porque tenía el viento en contra. De madrugada, Jesús fue hacia ellos andando sobre el agua. Los discípulos, al verle andar sobre el agua se asustaron y gritaron llenos de miedo: “¡Es un fantasma!”. Pero Jesús les habló diciéndoles: “¡Ánimo, soy Yo, no tengáis miedo!”. Pedro le respondió:”Señor, si eres tú, mándame ir a ti a andando sobre el agua”. “Ven”, dijo Jesús. Bajó Pedro de la barca y comenzó a andar sobre el agua en dirección a Jesús, pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse, gritó: “¡Sálvame Señor!”. Al momento, Jesús le tomó de la mano y le dijo: “¡Qué poca fe!, ¿por qué has dudado?. En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. Entonces, los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús y dijeron: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!”. Atravesaron el lago y llegaron a tierra en Genesaret. La gente del lugar, reconoció a Jesús y la noticia se extendió por toda aquella región. Le llevaban los enfermos y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de Su capa. Y todos los que la tocaban quedaban sanados.

(Mateo 14, 22-36)



MEDITACIÓN



Nadie da lo que no tiene, dice el sabio. Si no cultivo mis propios recursos ni mi propio mundo interior; si no vivo una vida espiritual satisfactoria, no tendré nada que ofrecer. Debo recordar, que el trabajo no es oración. Es la oración la que hace posible el trabajo.



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