EVANGELIO DÍA 9 DE ABRIL



Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. Simón Pedro les dijo: “Me voy a pescar”. Ellos contestaron: “Nosotros también vamos”. Fueron pues y subieron a una barca, pero no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que era Él. Jesús les preguntó: “Muchachos, ¿no habéis pescado nada?”. “Nada”, le contestaron. Jesús les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis”. Así lo hicieron y luego no podía sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces, aquel discípulo a quien Jesús quería, dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa y se lanzó al agua. Al bajar a tierra, encontraron el fuego encendido con un pez encima y pan. Jesús les dijo: “Traed algunos peces de los que acabáís de sacar”. Jesús les dijo: “Venid a comer”. Ninguno de sus discípulos se atrevían a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor.

(Juan 21, 1-14)



MEDITACIÓN



Cuando vivimos ajenos y lejanos a Jesús, la vida nos parece estéril, fracasada y vacía. Sin embargo, cuando Jesús es nuestro el principio y fin de lo que hacemos, la vida se llena de sentido, ya que con Jesús el Cristo vivimos mucho mejor.



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