PAZ

La paz, para que sea verdadera y signo de la presencia de Dios, ha de extenderse a estos tres aspectos: Paz con Dios, paz con nosotros mismos, paz con nuestros hermanos y hermanas de la Orden y con todos nuestros prójimos, que también son nuestros hermanos. Es decir, ser transmisores de paz y nunca de inquietud y malestar.