EVANGELIO DÍA 3 DE FEBRERO




Jesús se fue de allí a Su propia tierra y sus discípulos le acompañaron. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la Sinagoga. La multitud, al oír a Jesús, se preguntaba admirada: “¿Dónde ha aprendido éste tantas cosas?, ¿de dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace?. ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago, José, Judas y Simón?. ¿Y no viven aquí sus hermanas también aquí entre nosotros?”. Y no quisieron hacerle caso. Por eso Jesús les dijo: “En todas partes se honra a un Profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”. No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de sanar a unos pocos enfermos poniendo las manos sobre ellos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en Él.
(Marcos 6, 1-6)

MEDITACIÓN

La sanación de nuestras heridas se debe a nuestra preparación para ser curados y a la santidad del terapeuta. Depende de nosotros descubrir el bien allí donde se encuentra y abrirle nuestro corazón.

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