REFLEXIONES SOBRE LA PRIMERA BIENAVENTURANZA (II)



Este primer acercamiento al sentido lineal de la primera Bienaventuranza sometido a la reflexión nos lleva a dos supuestos. Bien aceptamos el razonamiento anterior y excluimos a los ricos de espíritu ( lo cual no parece lógico) o cambiamos de modelo de pensamiento y creemos encontrar un significado esotérico a aquello que no tiene lógica aunque muchos creyentes se lo crean, es decir al pobre de espíritu.


Por lo tanto, la clave está en el significado de pobre de espíritu.

Parece que alguien da la solución. “Pobres de espíritu” significa exactamente lo que Buda le decía a Sariputta: La nada. El ego te hace sentir que eres rico, que eres alguien, esto y aquello. Cuando el ego desaparece y no eres nadie, esto es lo que Jesús quiere decir con pobre de espíritu.”


Desde esta posible solución “pobres de espíritu” significa que nuestro ego ha sido derrotado, por lo tanto estamos en comunión con Dios ya que la Bienaventuranza emplea el tiempo presente: “Porque de ellos es el Reino de los Cielos”, no emplea el tiempo futuro como en el resto de las Bienaventuranzas si primero no se cumple la primera porque cuando hemos derrotado a nuestro ego, cuando hemos llegado a la nada según la filosofía Budista, entonces puedo ser consolado si he llorado, puedo heredar la tierra, estaré harto de justicia, alcanzaré la misericordia, veré a Dios porque estaré limpio de corazón.

Pobre de espíritu significa, desde la óptica esotérica, la culminación de la transformación interior del hombre y cuando se ha dado dicha transformación, podemos dar a los demás la bombilla en el caso de Edison, el amor a la naturaleza en el caso de San Francisco de Asís, el cuidado de enfermos y ancianos en el caso de las monjas, nuestros conocimientos técnicos en el caso de los médicos y enfermeras, en definitiva, cultivando nuestros talentos y podemos dar lo mejor de nosotros a los demás. No existe, desde ésta óptica, exclusión y tanto Buda como Jesús, como los hombres ricos en espíritu o los cristianos de a pié, pueden entrar al Reino de los Cielos.

Si el camino espiritual significa transformación interior del hombre, limando sus defectos y potenciando sus talentos, esto implica comprender la lógica de este mundo, para ayudar a la evolución, al desarrollo de la Humanidad; pues bien nos encontramos con colectivos que no tienen ego, que han sido humillados, y despreciados por ello no están en el camino espiritual.

Es el caso de las mujeres, o niño, o ancianos, o personas débiles que son maltratadas, o niñas que a la edad de nueve años son vendidas por sus padres a los prostíbulos, como ocurre en Tailandia, y cuando somos conocedores de esta situación es fácil comprender que esas personas han sido destruidas, que no tienen ego, y que esta es una fase de baja autoestima. ¿Cuál es nuestra actitud?

Nos encontramos ante dos pérdidas de ego: Una es espiritual, libremente aceptada sin violencia, sin sufrimiento, sin maltrato y la otra, todo lo contrario, porque existe violencia, sufrimiento y maltrato. Es la lógica de este mundo, en el cual debemos estar pero no ser parte de él.

¿Cuál debe ser nuestra actitud?. Si fuésemos budistas diríamos: No provocar sufrimiento y practicar la compasión y si fuésemos cristianos practicaríamos la misericordia ayudando a esas personas a recuperar su ego, para que ellas puedan tomar la decisión de seguir o rechazar el camino de la espiritualidad, en definitiva ayudarlas (que no es imponer) a desarrollar sus propios talentos y eliminar de esta forma, y no desde el maltrato y la humillación, el propio ego convirtiéndonos en pobres de espíritu y tomando posesión del Reino de los Cielos.

Non Nobis


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