EL LADO OCULTO DE LAS RELIGIONES (VIII)




Respecto de este uso de símbolos Proclo observa que “el método de Orfeo tenía por objeto revelar cosas Divinas por medio de símbolos, método común a todos los escritores de cosas Divinas.

La Escuela pitagórica en la Gran Grecia, fue cerrada hacia el final del siglo VI antes de Cristo, debido a la persecución del poder civil, pero existían otras comunidades que conservaban la tradición sagrada. Mead declara que Platón la acomodó a la inteligencia, a fin de ponerla a cubierto de una profanación mayor, y que los ritos eleusinos conservaron algunas de sus formas, aunque habían perdido su sustancia.

“Los neoplatónicos fueron los herederos de Pitágoras y de Platón, y sus obras deben ser estudiadas por todos los que quieran comprender algo de la grandeza y hermosura guardada en los Misterios para el mundo. La misma Escuela pitagórica puede servir como tipo de la disciplina que se imponía. Sobre este punto Mead, da muchos pormenores interesantes, y observa que: “Los autores de la antigüedad están de acuerdo en que esta disciplina había logrado producir los más altos ejemplares, no sólo de castidad y purísimos sentimientos, sino también de una sencillez de maneras, de una delicadeza y de una afición a propósitos serios que nadie ha igualado jamás. Esto es admitido hasta por los escritores cristianos. “Los discípulos de la escuela externa hacían vida común de familia, y a ellos se refiere la cita anterior.

En la escuela interna había tres grados:

· El primero, de oyentes, que estudiaban durante dos años en silencio, haciendo cuanto podían para profundizar la enseñanza.
· El segundo, de matemáticos, que aprendían geometría y música, y la naturaleza del número, de la forma, del color y del sonido.
· El tercero, era de físicos, a quienes se enseñaba la cosmogonía y la metafísica. De aquí se pasaba a los verdaderos Misterios

Los que aspiraban a ingresar en la escuela, debían tener “reputación intachable y ánimo contento”.

Así Pitágoras vivió entre los indos, recibiendo una elevada cultura; y más tarde siguió sus pasos Apolonio de Tiana. También fueron completamente indas, así en la forma como en el fondo, las últimas palabras de Plotino: “Ahora procuro retrotraer mi Yo interno al Yo Todo”.

Entre los indos se mantenía con todo rigor el deber de enseñar el Conocimiento supremo sólo a los dignos. “El misterio más profundo del fin del Conocimiento...., no es comunicable sino a un hijo o a un discípulo, cuya mente esté tranquila”. También después de un bosquejo del Yoga, leemos: ¡Levantaos!, ¡Desperta!,¡ ¡Habiendo encontrado a los Grandes, oíd: Es tan difícil andar por la senda como por el cortante filo de una navaja. Así dicen los sabios”.

El Instructor es necesario, porque la sola enseñanza escrita no basta. El “fin del Conocimiento” es conocer a Dios – no es sólo creer en El, sino convertirse en uno con El -, no es sólo adorarlo desde lejos. El hombre debe comprender la realidad de la existencia Divina, y después conocer – no ya creer vagamente y esperar -, que su propio Yo más intimo es uno con Dios, y que el objeto de la vida es realizar esta unidad. La religión debe guiar al hombre a esa realización; de lo contrario, valdría tanto “como hacer sonar bronces o címbalos”.

Así también se aseguraba, que el hombre debía aprender a abandonar el cuerpo grosero: “Separe el hombre su alma de su propio cuerpo con firmeza, como un tallo de hierba de su vaina”.
¡Y se escribió¡: “En la áurea y más elevada envoltura mora el inmaculado e inmutable Brahman; Él es la radiante y blanca Luz de luces, conocida de los que conocen el Yo”. “Cuando el vidente mira al Creador de color de oro, al Señor, al Espíritu, cuya matriz es Brahman, entonces, habiendo desechado el mérito y el demérito, alcanza, inmaculado y sabio, la unión más alta”.

Tampoco los hebreos carecían de conocimientos secretos y de Escuelas de Iniciación. La reunión de profetas en Najoth, presidida por Samuel, constituía una Escuela de éstas, y la enseñanza ora era transmitida entre ellos. Escuelas semejantes existían en Bethel y Jericó; y en la Concordance de Cruden hay la interesante nota siguiente: “Las Escuelas o Colegios de los Profetas son las primeras (escuelas) de que se nos da noticia en la Escritura; donde los hijos de los Profetas, esto es, sus discípulos, llevaban una vida retirada y austera, de estudio y meditación, instruyéndose en la ley de Dios.....

A estas Escuelas o Sociedades de los Profetas sucedieron las Sinagogas. “La Kabbala, que contine la enseñanza semipública, es, tal cual hoy se conoce, una compilación moderna, siendo parte de ella obra del Rabbi Moisés León, que murió en 1305 de la Era Cristiana. Consta de cinco libros: Bahir, Zohar, Sepher Sephiroth, Sepher Yetzirah y Asch Metzareth; y se asegura que habían sido transmitidos oralmente de tiempos muy antiguos, según se considera la antigüedad históricamente.

El doctor Wynn Westcott dice que la “tradición hebrea asigna a las partes más antiguas del Zohar una fecha anterior a la construcción del segundo Templo”; y se dice que el Rabí Simeón Ben Jochai escribió algo de él en el primer siglo de nuestra Era. El Sepher Yetzirah es mencionado por Saadjah Gaon, que murió en el años 940, como muy antiguo.

Algunas porciones de la antigua enseñanza oral han sido incorporadas a la Kabbala tal como es ahora, pero la verdadera sabiduría arcaica de los hebreos permanece bajo la custodia de unos pocos de los verdaderos hijos de Israel.

Breve como es este bosquejo, es suficiente para demostrar la existencia de un aspecto oculto de las religiones del mundo, sin contar el Cristianismo; y ahora podemos examinar la cuestión de si el Cristianismo era o no una excepción de esta regla universal.


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