LAS BIENAVENTURANZAS IV





Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Justicia, es otra de las palabras clave que hemos de poseer si se quiere penetrar en el profundo sentido de la enseñanza. Ésta, no tiene sólo que ver con la rectitud de la conducta, sino con el pensamiento recto en cada aspecto de la vida. Las cosas exteriores no son sino una expresión de nuestros pensamientos y creencias internas. Encontramos que tendremos el poder de guiar a voluntad el curso de nuestros pensamientos, por lo cual hacemos nuestras vidas conforme la índole de nuestro pensar.

Jesús, dice constantemente que no podemos ejercer acción directa sobre las cosas exteriores, porque éstas no son más que la consecuencia o imágenes de lo que ocurre en el Lugar Secreto. Si nos fuera posible cambiar directamente lo exterior sin alterar nuestro modo de pensar, significaría que podríamos pensar una cosa y producir otra, lo cual es contrario a la Ley Universal, que dice que lo que llevamos en nuestra mente, es causa determinante de nuestra experiencia. Tal como es dentro, es fuera.

Si queremos armonía fuera, tenemos que tenerla dentro; si queremos salud, tenemos que pensar en salud: Cuerpo sano, paz, gozo y buena voluntad con todos, porque las emociones negativas son una de las principales causas de enfermedad. Si queremos crecer en conocimiento de Dios, debemos imprimir un ritmo espiritual a nuestros pensamientos y concentrar nuestra atención en Dios más que en nuestras limitaciones. Si queremos prosperar materialmente, hemos de tener pensamientos de prosperidad. Si queremos el afecto de los demás, es preciso que nuestros pensamientos reflejen el amor y la buena voluntad. Todas las cosas trabajan juntas para el bien de aquellos que aman el bien.

Por tanto, cuando se comprende esta verdad, hay que aplicarla a la vida y entonces hay que poner orden en la casa de uno, ya que los hábitos mentales son de las cosas más difíciles de romper. En lo físico, no se puede obrar más que donde uno está, pero con el pensamiento, puedo recorrer el panorama de mi vida, evocar personas y sumergirse en el pasado o el futuro. Por tanto, lograr el equilibrio mental no es fácil; por eso, algunos se desalientan al no poder conseguirlo pronto, pero eso es un grave error, ya que condenarse a uno mismo es un círculo vicioso. No es bueno detenerse en nuestros errores o lentitud en el progreso.

Clamemos a Dios conforme mayor sea nuestra dificultad; pidamos sabiduría, poder o prosperidad en la oración. ¿Hay algún aspecto de nuestra conducta que no sea recto, alguien a quien no hayamos perdonado todavía; hay odio político, religioso o racial?. Si tenemos esos sentimientos, seguro que están disfrazados por una falsa justificación, así que arranquemos el disfraz porque está envenenando nuestra vida.

¿Estamos abatidos por alguna pena sentimental o anhelo imposible?. Pensemos que como almas inmortales e Hijos de Dios, poseyendo el dominio espiritual, ninguna cosa buena está lejos de nuestro alcance aquí y ahora.

No malgastemos tiempo lamentando el pasado, saquemos del presente y el futuro la realización de los deseos del corazón. Si nos agobia el remordimiento por faltas pasadas, esto, a diferencia del arrepentimiento, no es más que una forma de orgullo espiritual y gozarse en ello, es traicionar el amor y la misericordia de Dios.

Aquí Jesús nos aconseja que no nos desanimemos si no obtenemos la victoria pronto y parecemos lentos en progresar, pero si no hacemos ningún progreso, se debe con toda seguridad a que no estamos orando bien y tenemos que descubrir la causa. Pedid a Dios que nos ilumine y nos guíe y que el Espíritu Santo derrame sobre nosotros el poder vivificante, para que nuestra oración (nuestra prosperidad) aumente día a día.


(continuará)


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