LA SÁBANA SANTA DE TURÍN (III)



El sudario mide 400.36 cms. de largo por 100.1 cms de ancho y es una pieza única de ropa con el añadido de una largas banda de 800.5 cms. de largo unida por una sencilla costura en el lado izquierdo. En monocromo sepia, como una sombra impresa, se distingue la silueta del pecho y espalda de un hombre barbudo y cabello largo, tendido como un difunto.

Un fotógrafo aficionado, Secondo Pía, retrató el Sudario durante la exposición de 1.898 y se asombró cuando no salía lo que él había esperado, el negativo de la imagen borrosa observada a simple vista, sino un retrato detallado cuyos matices daban una imagen de calidad tridimensional. Estas fotos produjeron gran impresión en todo el mundo y desencadenaron una investigación que aún hoy continúa. La imagen ha vuelto a ser fotografiada en 1.931, 1.969 y 1.973.

Todo esto, produjo un gran interés en los forenses y el Profesor Yves Delage, de la Universidad de la Sor bona en París, el 21 de Abril de 1.902, dio una conferencia y explicó que desde el punto de vista médico y detalles anatómicos del Sudario, eran tan exactos que parecía imposible pensar que fuera la obra de un pintor y además en la tela, no había rastro de ningún pigmento conocido. Por tanto, él estaba seguro de que aquella imagen era la de Jesús, producida por algún proceso físico-químico que tuvo lugar en la sepultura.

El Secretario de la Academia, se negó a publicar el texto completo, pero con la segunda tanda de fotos, la autenticidad del Sudario empezó a ganar aceptación entre la profesión médica, ya wue el Dr. Pierre Barbet, del Hospital San José de París, en sus estudios, llegó a la conclusión de que las heridas correspondían a un crucificado, resultando corroborado por otros expertos en radiología de Colonia y otros doctores de la Universidad de Milán.

También se han estudiado el flujo de sangre del brazo en extensión bajo un ángulo de 55 a 65º y eso sucedería durante una crucifixión, ya que la víctima tendría que doblar los codos tratando de elevar el cuerpo para respirar. Así mismo, que muestra las heridas de los clavos en las muñecas, no en las manos, que no habrían resistido el peso del cuerpo. En el lado izquierdo, se aprecia una herida entre la 5ª y 6ª costilla, cuya sangre fluyó con el cuerpo erguido y parece estar mezclada con un líquido claro, que según el radiólogo alemán Prof. Moldder, tuvo que ser el contenido de la bolsa pleural, y se entiende que la pleuresía traumática, producto de los azotes, exacerbados por la crucifixión, fue la causa de la muerte.

(continuará)

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